Con profundo pesar, el programa de Magíster en Tecnologías de la Información (MTI) informa el sensible fallecimiento del ex profesor Eduardo Fernández Burglioni. El profesor falleció el pasado lunes 24 de junio en su hogar en Boston, EE.UU., a causa de un paro cardiaco.
Eduardo Fernández Burglioni se graduó en 1960 como Ingeniero Civil Eléctrico por la UTFSM. Continuó sus estudios de postgrado en Estados Unidos, obteniendo en 1963 el grado de M.Sc. en Ingeniería Eléctrica por la Purdue University y en 1966 el grado de Ph.D. en Ciencias de la Computación por la University of California, Los Angeles (UCLA).
Tras completar sus estudios, regresó a Chile, donde fue profesor en Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación en la Universidad de Chile (1966-1973) y en la Pontificia Universidad Católica de Chile (1967-1969). En 1973, emigró a EE.UU., donde impartió clases en la UCLA, Yale University, University of Miami y, finalmente, en la Florida Atlantic University, donde trabajó hasta su jubilación en 1984, y con la que continuó colaborando académicamente hasta su fallecimiento.
El profesor Fernández centró su investigación en la seguridad de sistemas de computación y software, siendo pionero en desarrollar una línea de investigación especializada en Patrones de Seguridad para la construcción de sistemas seguros y confiables. Su trabajo quedó plasmado en numerosas publicaciones, presentaciones en conferencias y dos libros.
En 2013, Eduardo Fernández realizó un año sabático como profesor visitante en la UTFSM, apoyado por el programa de Atracción de Capital Humano Avanzado del Extranjero a Chile. En esa ocasión, inició una valiosa colaboración en investigación y se incorporó como profesor visitante del MTI, ayudando a implementar un curso sobre Cloud Computing en la renovación del plan de estudios, dictándolo desde el 2015 al 2022.
Raúl Monge, director del Magíster en Tecnologías de la Información, le dedicó unas sentidas palabras:
Me he permitido hacer esta breve reseña como memoria y homenaje a quien fuera mi colega y con quien tuve el privilegio de trabajar y de conocerlo como una persona de una gran calidad humana. Siempre me impresionó su enorme capacidad intelectual y de trabajo, su generosidad para colaborar y motivar el trabajo conjunto y, sobretodo, su gran preocupación por sus alumnos con quienes trabajaba en diversos lugares del mundo.
Eduardo era un entusiasta viajero. El mes pasado me escribió contándome sobre el crucero que había realizado en familia por el río Rin, desde Basilea hasta Amsterdam. “Eduardo, amigo mío, descansa en paz, sigue viajando con el entusiasmo de siempre por lugares que a los mortales nos resultan desconocidos.”
Como MTI, nos unimos al dolor de su familia y colegas, y honramos la memoria de un profesor ejemplar, cuya influencia perdurará en el ámbito académico y entre todos quienes tuvieron la fortuna de conocerlo y trabajar con él.